Yiyo era un hermoso payasito que
siempre hacía reír a las personas, las hacía sentir alegres y felices. Sin
embargo, cuando regresaba a casa, todo era diferente para él, se sentía muy,
pero muy triste, vivía muy solo, viajaba de un lugar a otro y nada le hacía
sentir felicidad.
Un día fue contratado para divertir a
los invitados en una fiesta muy elegante, para llegar allí, tuvo que viajar a
una ciudad llamada Yari, por lo cual tuvo que tomar el tren. Mientras pasaban
las horas, Yiyo solo recordaba que su vida era triste y solitaria, sus ojos se
llenaban por momentos de lágrimas y pensaba en que nada ni nadie podía
alegrarle la vida.
Cuando llegó a la ciudad de Yari,
estaba haciendo un hermoso día y Yiyo no se fijó en esto, solo quería hacer su
función para regresar prontamente a casa. En la estación del tren lo estaba
esperando un chofer quién lo llevaría al lugar del evento. Así fue como
llegaron al palacio de Yari, pero Yiyo no sintió ni el más mínimo asombro, pues
no notaba la belleza del lugar.
Se preparó para su función y todos los
invitados llevaban puestos diferentes tipos de máscaras muy elegantes,
coloridas y vistosas. Le solicitaron especialmente que lograra sacarle una
sonrisa a una hermosa joven que se encontraba en el lugar quien llevaba varios
años muy triste y melancólica y no había nada que alegrara su corazón.
Así que Yiyo empezó a hacer reír a
todos los invitados menos a la hermosa joven, solo podía observar en ella sus
enormes y hermosos ojos azules, lo cual lograron cautivarlo. Así que invitó a
bailar a la hermosa jovencita y el al mirarla sentía en su cuerpo algo muy
extraño que nunca antes había sentido, como si tuviese mariposas en su estómago
y una alegría inmensa al conversar con ella.
La invitó al balcón y hablaron por
varias horas.
Él se presentó y le dijo que se llamaba
Yiyo, que era un payaso y quería ser su amigo si ella lo permitía. La joven, le
dijo que se llamaba Yiya y de pronto soltó la risa. Yiyo no entendía nada
y pensaba que quizás se estaba burlando de él, pero ella, le explicó que juntos
tenían un nombre muy parecido.
Él le preguntó que cuál era el motivo
de su tristeza y Yiya le dijo que hace algunos años atrás perdió a su madre por
una larga enfermedad y que desde ese día nada le alegraba la vida. Así que Yiyo
se sintió en confianza y le contó que a él le pasaba lo mismo, que a pesar de
hacer reír a los demás, también lo acongojaba y entristecía el haber
perdido a sus padres cuando aún era un niño y que a partir de ese día estuvo de
un lugar a otro, sin tener una familia que se ocupara de él.
Yiya, lo tomó de la mano, lo abrazo y
se quitó la máscara y lo invitó a dar un paseo para conocer el palacio. Yiyo al
verla quedó perplejo por la belleza de la joven, ella le mostró los
alrededores.
Yiyo observó todo, como si fuera la
primera vez, veía los pájaros, el cielo azul, los árboles, las mariposas
revoloteando con tanta fascinación que parecía nunca haberlos visto en su vida.
Yiya le preguntó porque se veía tan emocionado con lo que él está viendo a lo
que Yiyo le contestó: siempre me he sentido muy triste y no tenía ojos para
observar la hermosa creación que Dios.
Gracias al hablar contigo y contarte
desde lo más profundo de mí ser, mis tristezas, por fin he podido ver las
maravillas de la naturaleza.
Yiya quedó conmovida y le presentó a su
padre, el rey de Yari, Yiyo quedó sorprendido porque no se imaginaba quién eran
ellos, le hizo reverencia al rey y se presentó como Yiyo el payaso. El rey lo
felicitó y le agradeció porque estaba viendo a su hija de nuevo sonreír. Yiyo
le dio también las gracias, pues el ir a trabajar al palacio le permitió
conocer a Yiya y también lograr sentir nuevamente alegría en su ser.
Así que el rey lo invitó a que se
quedara a vivir unos días más en el palacio y Yiya aprovechó para pedirle que
fueran a la escuela y a los hospitales para hacer reír un poco a los niños, lo
cual aceptó con mucha alegría.
Con el tiempo, Yiya y Yiyo se fueron
conociendo más y más y se dieron cuenta que eran el uno para el otro, por lo
que se casaron y vivieron felices haciendo reír ¿haciendo reír? Así es, juntos
se disfrazaban de payasos divirtiendo a muchos niños, haciéndolos felices y
ellos… siendo felices.
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