Un día celebrábamos la navidad todos
juntos en familia entre risas, abrazos, bailes, rezando la novena, buena comida
como buñuelos y natilla y muchas alegrías esperando el nacimiento del niño Dios
y también la entrega tan esperada de los regalos.
Sin embargo, llegó una terrible
noticia que decía que en un hermoso país algo extraño les pasaba a su pueblo, a
su gente y no entendían lo que pasaba.
Comenzaron a prestar atención a
los síntomas que les ocurrían. Algunos de sus habitantes sentían malestar,
decaimiento, vómito, fatiga, dolor de garganta o en el estómago, pérdida del
gusto o el olfato o dificultad para respirar, cada uno podía tener todos o
algunos de los síntomas. Pero no sabían por qué o cómo sucedía.
Comenzaron detectives de la
medicina a buscar la raíz del problema, investigando concienzudamente y
encontraron que era un monstruo muy pequeño pero voraz llamado Coronavirus 19.
Al inicio pensábamos que como
estaba en otro continente su llegada al nuestro tardaría, pero pasó tan solo
dos meses para conocer un poco más de él y todo lo que ocurriría en nuestras
vidas.
Gracias a los detectives de la
salud para evitar que el monstruo lograra entrar a nuestro cuerpo era necesario
seguir algunas medidas como el distanciamiento social y el uso del tapabocas y
geles antibacteriales. Algo difícil en nuestra cultura del abrazo, del
estrechar nuestras manos en son de saludo, agradecimiento o amistad y ahí todo
se volvió un poco más caótico.
Un día nos dijeron ya no más
clases o trabajos presenciales se debe realizar todo en lo posible a través de
la virtualidad. Los primeros días acoplarse a esta nueva forma de comunicación
fue complicada porque no todos los niños tenían los recursos para los
encuentros y los padres que trabajaban muchos perdieron sus empleos al no poder
abrir los lugares de trabajo, otros aprender a trabajar desde casa.
Aquellos que tuvieron que
trabajar desde su casa se les complicó un poco sus actividades diarias, entre preparar
los alimentos para sus hijos, arreglar la casa, lavar la ropa y realizar su
trabajo personal y laboral.
Claro, eso ya quizás lo hacían,
pero no todo al tiempo ni en un mismo lugar, pues algunas cosas se podían
realizar antes de ir a trabajar o los fines de semana. Pero a todo esto, se
añadió el guiar a sus hijos en las propias labores de la educación que para
algunos estaban alejados del tema, otros apoyaban un poco este proceso, pero no
tan cerca como iba a empezar a hacerlo.
Nadie se imaginó todo lo que aprenderíamos
en esta nueva forma de vivir. Inicialmente todos encerrados en casa por algunos
meses, a lo que se llamó cuarentena estricta o aislamiento obligatorio, después
cuarentena o aislamiento voluntario.
Lo que cambiaría es el estar
presentes en casa 24/7, es decir todo el día, toda la noche. Lo cual era un
gran reto pues ninguna familia estaba acostumbrada a pasar tanto tiempo juntos.
Por lo que fue necesario el adaptarse y respetar los espacios y los
sentimientos de cada uno. Nadie dijo que sería fácil pero tampoco difícil
siempre y cuando el diálogo y el respeto fueran bases sólidas en cada hogar
para llegar a acuerdos que beneficien a su núcleo familiar.
Los días trascurrieron y
algunos lograron fortalecer sus hogares y otros, en definitiva, comprendieron
que no podían estar juntos en el mismo lugar. También se aprendió a ser más
disciplinados en el uso del tapabocas y el distanciamiento social, pero algo
complejo para otros.
Esta pandemia y este monstruo
tan diminuto imperceptible por nuestros ojos, que saltaba de un cuerpo a otro,
fortaleciéndose y ufanándose de ser tan
poderoso lograba su cometido, pues cada persona que contagiaba lograba
contagiar a otros más y todo por no ser sensatos en el autocuidado, no solo por
mí, sino también por ti, siempre lo olvidaban.
Por eso, a pesar de la
dificultad que cada país o nación vivía, se olvidaba lo más importante pensar
en el otro, por ello, era imprescindible cuidarme para cuidarte.
Este monstruo podía entrar a un
cuerpo a través de la nariz, la boca, los ojos y podía pasar de un cuerpo, a
otro a través de un simple estornudo, que para algunos confundían con una
simple gripa, pero vaya, este monstruo era mucho más fuerte y poderoso y según
el cuerpo que habitaba y las defensas que este tuviera los síntomas serían más
o menos fuertes.
Si una persona estaba enferma o
con defensas bajas podría perfectamente este monstruo llevarlo a la clínica y
necesitar de cuidados intensivos y quizás ser entubado por no poder respirar.
Por eso para derrocar a este
virus que afectaba no solo a las personas sino a su forma de vivir y convivir
ya los abrazos, el saludo de mano, las reuniones sociales fue necesario
eliminar de una cultura basada en la cercanía.
Las clases presenciales se
extinguieron y niños y jóvenes por internet se encontraban, también por
mensajes de WhatsApp era el medio de comunicación entre ellos y sus maestros.
No fue fácil, poco a poco, como se dice, por el camino se fue aprendiendo lo
necesario.
Entre aprender a manejar las
diferentes plataformas para las clases, reuniones o el envío de trabajos
realizados por los estudiantes, es un trabajo arduo pero significativo porque
de la tecnología se aprendió más que cualquier otro año, este fue bastante
peculiar.
Comprender la importancia del
maestro en la escuela, en los colegios fue indispensable, darles el valor que
siempre han merecido y muchas veces ignorado. Este año recaía la responsabilidad
en gran parte en los padres, pues en muchas ocasiones ellos daban la
explicación de lo que enviaba su profesor y los trabajos resueltos por sus
hijos lo enviaban a través de fotos, en el caso que no tuvieran acceso a
internet.
El otro caso aquellos estudiantes
que cuentan con los medios necesarios para comunicarse con sus maestros a
través de la virtualidad, pero los padres debían estar pendientes que su hijo,
niño o joven entrará a las clases y que realizara sus trabajos. Antes esas
actividades se le delegaba casi en su totalidad al profesor.
En el hogar las funciones de
cada miembro de la familia también tuvieron cambios, era necesario delegar quién
salía de casa a comprar los alimentos, quién cuidaba a los niños o estaba
pendiente de ellos, mientras el otro trabajaba, es decir que fue necesario
buscar equilibrio, apoyo y ayuda entre todos.
Pero muchas veces se nos olvidó
que este monstruo diminuto seguía vivo y cedíamos ante la inminente posibilidad
del contagio y disminuíamos el cuidado y todos aquellos protocolos de
bioseguridad necesarios para que este virus no nos atacara.
Confiamos plenamente en el
otro, en el amigo, el vecino o la misma familia que se estaba cuidando y las
reuniones sociales donde el tapabocas no era usado y ¡claro! ahí era cuando el
virus atacaba con fuerza y no a una sola persona sino a varias sin dar tregua.
Muchas noticias tristes de
personas fallecidas, de muchos países con gran número de contagiados, pero a
veces incrédulos seguían sin protegerse, como si no hubiesen aprendido nada.
Ya un año después sigue igual,
en muchos países y continentes estaban en alerta para que este monstruo no acabara
con gran parte de la humanidad. La navidad, el día de las velitas, no fue
igual, cada núcleo familiar tuvo que festejar solo o compartir a través del
internet de una pantalla del computador o fotos su celebración y así evitar que
este virus hiciera daño a su familia.
Las grandes fiestas ya no eran
posible, por el contrario, eran inimaginables, aunque no falta aquellos
indisciplinados que no valoran su vida ni la de sus familiares, vecinos o
compañeros de trabajo. Con un simple descuido se han contagiado o han
contagiado a un ser muy querido, algunos saliendo victoriosos y otros perdiendo
la batalla.
Pero un día, tras casi un poco
más de un año, el monstruo malvado llamado covid 19, se encontró de frente con
los detectives de la medicina, quienes habían estado detrás, muy cerca,
buscando pistas sigilosamente y observando su forma de hacer daño. De esta
manera, buscaron la más poderosa forma de contraatacarlo. Crearon varias fórmulas
secretas de vencer este monstruo a través de vacunas. Necesarias si, dolorosas
tal vez, no ha muchos, nos gustan las vacunas, pero siempre han sido esenciales
para estar sanos.
Así que poco a poco se fue
vacunando a cada persona, pueblo por pueblo, país por país, nación por nación,
hasta que todos los continentes estaban protegidos y este virus lo habían
derrotado.
Por fin…todo volvería a la
normalidad. Umm… ¿será?
Mary Amez.
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