Francisco el niño que vivía enojado
Un día en la
escuela Francisco estaba jugando al fútbol con sus amiguitos como de costumbre,
de pronto le hicieron gran un gol.
De inmediato se enojó y comenzó a decirles que
ese gol no era válido. No admitía su derrota, les decía a sus amigos malas
palabras, creyendo que solo él tenía la razón, no escuchaba a ninguno.
Sus
compañeritos trataron de calmarlo, pero cada vez se ponía más y más enojado. Así
fue como Juan y Pedro se empezaron a encoger un poco en su tamaño, pero no se
dieron cuenta.
Al día
siguiente, en el salón de clase la maestra preguntó a sus estudiantes si habían
traído su tarea, a lo que todos respondieron que sí.
Francisco al
mostrar su trabajo notó que le faltaban piezas del rompecabezas, se comenzó a
enojar diciendo que él traía su tarea completa, que alguien se la quitó. La
maestra le pidió que se calmara y revisará en su maleta que allí podían estar.
Francisco
buscó y buscó y nada encontró, estaba más y más enojado que comenzó a ponerse
rojo de la rabia y a culpar a sus compañeros que le habían cogido sus cosas, diciéndoles
palabras hirientes. De pronto sus amiguitos se fueron encogiendo poco a poco.
La maestra le
dijo que sería imposible que sus compañeros le quitaran su tarea si acababan de
llegar de sus casas y ningún niño había podido tomar sus pertenencias.
Así que ella
le pidió a Francisco que tomara aire, inhalara y exhalara suavemente, con calma.
De esta manera fue como se tranquilizó poco a poco y recordó que tal vez dejó las
fichas que faltaban en casa, pues su mamá le estaba ayudando a hacerlas.
Después del
descanso todos los niños se encontraban haciendo la fila para ingresar al salón,
pero Francisco como siempre quería ser el primero, así que empujaba a sus
compañeros para quitarles el puesto. Cuando la maestra preguntó porque había
tanta discusión, todos dijeron que Francisco no había hecho la fila y se puso
en el primer puesto.
Todos estaban
tan molestos que contaban lo que les había hecho, empujarlos y ser grosero, ya estaban
cansados de él. Francisco al escucharlos comenzó a enojarse y a gritarles que
eso no era cierto, que él llegó primero y que eran mentirosos.
Cuando todos
entraron al salón de clase, su maestra le dijo a Francisco: Por qué peleas por
un puesto, yo no estoy haciendo un concurso de carreras para que el que llegue en
primer lugar se gane un premio. Hay normas que debes cumplir, tanto en el
descanso como en el salón y lo más importante respetar a los demás.
Francisco
seguía tan enojado que continuaba diciéndoles palabras muy ofensivas a cada
uno. De repente todos sus compañeros se empezaron a encoger aún más, a tal
punto de desaparecer.
Cuando de
pronto notó que estaba totalmente solo, ya no veía a sus compañeros ni a su
maestra, se asomó al patio de recreo y no estaban allí. Los buscaba por todos
lados y no los encontraba.
Se sintió tan
solo y no entendía lo que estaba pasando. Pero él decía: Que importa, no los
necesito, puedo jugar solo, estudiar solo.
Así que vio
como algo saltaba cerca a su mesa, parecía una pulga. Francisco sacó de su
maleta una lupa que siempre traía y miro que era lo que estaba brincando. Se
asustó muchísimo al ver que era Pedro, su mejor amigo, ¡Qué te ha pasado, no
entiendo!
Su amigo
escribió en su cuaderno diminuto “Cada vez que tú nos insultabas sin razón nosotros
nos íbamos encogiendo”. Francisco entre cara de asombro, miedo y angustia no
sabía cómo reparar lo que había hecho.
Francisco recordó
las palabras que le decía su maestra “y si a ti es al que te están empujando, gritando,
diciendo palabras hirientes, ¿cómo te sentirías? No hagas, lo que no te
gustaría que te hicieran.
Así fue como
comenzó a reflexionar, a reconocer sus errores y a pedir disculpas a sus compañeros y maestra por lo ocurrido con cada uno, prometiendo no volver
a hacerlo.
Poco a poco
todos volvieron a su tamaño real, celebraron y disfrutaron cada día con grandes
lazos de amistad.
Mary Amez
Actividad
El cuadro de papel
Se le entregó a cada estudiante un cuadro de papel en el que cada vez que se le
decían palabras hirientes como: No quiero ser tu amigo, eres feo, eres un tonto,
no quiero jugar contigo, se iba arrugando. Al desdoblarlo y tratar de dejarlo
como estaba al inicio se le pregunto a ellos que si ese papel quedó igual, que eso
pasa con cada amiguito al que no tratamos bien, su corazón queda con
resentimiento, dolor, tristeza😔😕. Por lo cual es importante ser amables con los
demás. Tratar al otro como quisiera que me trataran a mi.😊😀
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